Cuthbert, el pequeño dromedario,
no quería levantarse para caminar, no tenía tampoco ganas de hablar y se sentía
enfadado. Algunos dromedarios de la
caravana lo animaron antes de comenzar a andar, pero no hubo manera de que los
siguiera. Cansados de su actitud los dromedarios comienzan su camino hacia el
oasis y Cuthbert se queda solo, triste y lleno de dudas. De repente, irrumpe
con su alegría y sus cánticos Jon, el jerbo. Y Cuthbert le pide que le ayude
porque se ha quedado estancado y necesita su energía. Jon le cuenta que hacía
un tiempo estaba siempre de malhumor, pero un día decidió ver las cosas de otra
manera y empezar a sonreír y entonces, su vida mejoró. A Cuthbert, al
principio, no le gusta la idea de sonreír, pero viendo las tonterías de Jon
estalla en carcajadas. Ahora, que se encuentra mejor, puede hacer el camino junto
a su nuevo amigo hasta el oasis y reencontrarse con su familia.
Un cuento sobre la gestión de
las emociones para los más pequeños, con un claro ejemplo de lo que en algunos
casos les sucede: no saben salir del enfado y entonces no viven la alegría ni
la ilusión. A veces cambiar el enfoque, si no hay problemas más profundos, es
suficiente para encontrarse bien y disfrutar de lo que venga, como le pasó al
jerbo. Igual de importante es poner límites, como hace la caravana de
dromedarios con Cuthbert, cansados ya de sus pataletas intentan animarlo, pero
tienen que marcharse y así lo hacen. La historia no solo se centra en el
pequeño dromedario, sino que se muestran los sentimientos y necesidades de los
otros dos personajes, uno coral, como es la caravana de dromedarios, y el
jerbo, porque es importante saber que todos sentimos emociones continuamente y que
todas son relevantes.
A pesar de tener una rima muy básica, el texto
favorece con su ritmo y musicalidad la comprensión de la historia por parte de
los prelectores. Y el hecho de escribir en mayúsculas las palabras clave del
relato ayuda a los adultos que leen a remarcar las partes importantes, no solo
en el cuento, sino en el desarrollo emocional de los pequeños. Algunas de estas
palabras clave no lo parecen por sí solas, pero en un contexto como el que vive
Cuthbert son esenciales para entender cómo se siente y poder ayudarlo. Por
ejemplo: oasis, es el objetivo de
tanta caminata y suena muy bien, pero para Cuthbert es el centro de su enfado
porque tiene que andar mucho para llegar; terrible
joroba, cuando se queda solo y pensativo, se siente triste y desea no ser
un dromedario creyendo que así no tendrá problemas; los dos, sentirse acompañado es fundamental, sobre todo en la
infancia, para comprender las emociones y vivirlas plenamente; etc.
Las suaves ilustraciones en
tonos ocres aportan bastantes detalles de las emociones que siente cada
personaje, sobre todo, Cuthbert y Jon, de esta manera, tanto los adultos como
los niños, pueden aprender a identificar las emociones en los demás y
desarrollar la empatía. Los grandes angulares y los retratos le dan un toque
cinematográfico al libro y otorgan movimiento a las escenas.
Me ha gustado mucho el libro,
creo que tiene un gran potencial para trabajar con los más pequeños la gestión
de las emociones y la empatía. Pero ya he seleccionado otros cuentos de este
mes, por eso mi voto es RESERVA.
Está claro que la gestión emocional es un tema de gran interés tanto para padres como para niños, ya que ofrece herramientas valiosas para afrontar situaciones difíciles, como las temidas rabietas. En los últimos años, la publicación de libros sobre esta temática ha crecido de forma exponencial, y no es casualidad: la inteligencia emocional se ha consolidado como una asignatura fundamental desde edades tempranas, en respuesta a los crecientes problemas de salud mental que afectan a nuestra sociedad.
ResponderEliminarComo bien dice Mireya, todos los personajes tienen sus necesidades emocionales, hasta los propios padres, o manada. Y el autor consigue con facilidad que nos sintamos reflejados en ellos y sus distintos roles. El personaje del jerbo es simpático y gracioso, aunque creo que le falta profundidad.
A pesar de sus buenas intenciones, considero que el libro no aborda la gestión emocional desde una perspectiva actualizada. Se centra únicamente en validar las emociones positivas, dejando de lado las emociones negativas, por lo que introduce juicios de valor implícitos sobre qué está bien sentir y qué no. Aunque es valioso utilizar la literatura como herramienta para guiar y orientar a los niños, personalmente prefiero que la literatura infantil deje más espacio a la imaginación y permita que los niños construyan sus propios valores a partir de sus experiencias y reflexiones.
Yo lo dejaría en RESERVA por si salen mejores propuestas sobre gestión emocional.