Un
gato se nos presenta como narrador para contarnos, con ese típico aire de
superioridad felina, cómo son los perros. A través de varias imágenes, intenta
demostrarnos por qué está convencido de que son animales estúpidos: persiguen
pelotas sin razón, se revuelcan en excrementos de vaca, se huelen los traseros
entre ellos y corren tras cualquier cosa que se mueva, incluso su propia cola.
Seguidamente nos muestra sus diversas características físicas: grandes,
pequeños, peludos, arrugados… cada uno más peculiar que el anterior. Luego
llega el turno de los gatos. Y aquí ya no dice nada. Solo nos deja unas pocas
imágenes que bastan para transmitir lo que quiere: los gatos son tranquilos,
observadores, elegantes. No se dejan arrastrar por tonterías como las que emocionan
a los perros. Ellos simplemente miran, analizan… y siguen a lo suyo.
Pero justo cuando parece que el gato tiene toda la razón del mundo, la historia da un giro. Aparece un tigre —o un gato gigante— que lo amenaza. Y entonces ocurre algo inesperado: aparece la jauría de perros que anteriormente había descrito para espantar al tigre y defender a nuestro gato narrador, quien no le queda otra que reconocer que lo que de verdad define a los perros es su lealtad. En la última imagen, gato y perro aparecen juntos, relajados, como grandes amigos.
Las ilustraciones, de trazo suelto y realizadas con ceras, capturan con la energía y el movimiento característicos de los perros, aportando dinamismo a la narración. Las expresiones de los animales reflejan a la perfección sus distintas personalidades, y enfatizan el toque humorístico que caracteriza al álbum.
Es una historia más dentro del clásico enfrentamiento entre perros y gatos, un tema que se ha repetido hasta la saciedad tanto en la literatura como en la pantalla. Aunque es cierto que el uso de los arquetipos de perros y gatos conecta fácilmente con los niños y ayuda a configurar su universo simbólico, el argumento puede resultar algo predecible. Aún así, me pareció interesante el giro que introduce cuando el gato, al verse acorralado, solo y necesitado de ayuda, reconoce el verdadero valor de los perros: su lealtad.
Aunque puede ser una buena historia para reír a la vez que aprendemos valores fundamentales para la infancia como la amistad, la lealtad, la pluralidad y la diversidad. La dejaría en reserva, puesto que su propuesta resulta algo trillada en comparación con otros títulos ya seleccionados, que abordan el humor desde enfoques más frescos.
Por todo ello, lo dejaría en RESERVA
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