Se trata de un libro en cartoné
que nos presenta a Romeo, un osito entrañable que interactúa con el lector. A
lo largo de sus páginas, el libro invita al niño a realizar pequeñas acciones
—levantar los brazos, sacar la lengua, entre otras— y Romeo reacciona a cada
propuesta, mostrando incluso las emociones que estas le provocan.
En
la penúltima doble página se plantea que Romeo quiere hacerse una foto con el
niño; por eso, la última página se convierte en un gran “espejo” en el que el
lector puede verse reflejado junto al oso, como si realmente posara a su lado.
La
estructura es clara: en las páginas pares se lanza la invitación a la acción,
mientras que en las impares aparece la ilustración del oso respondiendo a la de
la doble página anterior. El narrador se dirige directamente al prelector,
animándole a participar y a divertirse con Romeo.
Las
ilustraciones, de trazo sencillo y bien definido, utilizan colores planos y
vibrantes —rojo, verde, amarillo, un toque de azul en la bufanda de Romeo y
marrón en su cabeza— sobre un fondo blanco, lo que centra toda la atención en
el protagonista y evita distracciones.
En conjunto, es un libro divertido y con un planteamiento muy participativo, capaz de mantener entretenidos a los más pequeños. Sin embargo, la propuesta estética no resulta especialmente original, y de hecho, en la Muestra del año pasado ya se presentó un título de características similares.
Mi voto es NEGATIVO.
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