Marta es una joven de 17 años apasionada por el k-pop. Cuando baila, se transforma en Jiyu —que en coreano significa “mujer valerosa”—, y en ese instante desaparecen su timidez, sus complejos, sus inseguridades y, sobre todo, su enfermedad: la leucemia. Durante su tratamiento, su grupo de baile de la academia decide presentarse a un concurso cuyo premio es el viaje soñado a Seúl. Así comienza una historia de esfuerzo y superación, en la que Marta lucha por participar y seguir adelante con su vida, a pesar del cansancio, la pérdida de cabello y su deseo de ocultar su enfermedad a sus compañeros.
La novela, escrita en primera persona, nos permite adentrarnos en los pensamientos más íntimos de Marta, algunos de ellos marcadamente tóxicos, y acompañarla en su evolución personal. Marta debe aprender a aceptarse a sí misma y a convivir con las circunstancias que le han tocado vivir. El final, lejos de los desenlaces felices típicos de la literatura juvenil, nos recuerda que la vida puede ser dura y que la lucha, a veces, no tiene un punto final claro.
En paralelo, el autor nos introduce en el universo del k-pop: su música, su estética, su cultura. Se percibe un esfuerzo de documentación, aunque la parte dedicada al viaje a Corea resulta la más débil del libro. Esta sección se convierte casi en una guía turística al estilo de los blogs de viajes, lo que rompe un poco con el tono narrativo del resto de la obra. Desde mi desconocimiento del mundo del k-pop, no puedo valorar con precisión la fidelidad de la documentación. A primera vista parece adecuada, aunque he encontrado comentarios en internet que señalan errores y falta de actualización, algo que no puedo confirmar personalmente.
Me queda la duda sobre el público objetivo del libro. Para jóvenes que no sienten afinidad por el k-pop, la historia puede no resultar atractiva. Y para los fans, quizás no aporte nada nuevo. Además, es el tercer libro que leemos este año con una temática similar: jóvenes con problemas de integración que encuentran refugio en una actividad grupal extraescolar. Primero fue el coro en Música para el corazón, luego el teatro en el libro de Nando López, y ahora el baile coreano. En ese sentido, la propuesta no resulta especialmente original, ni destaca por su calidad frente a los anteriores.
Por todo ello, mi voto es NEGATIVO.
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