Mamá avisa a Sally de que Nico
va a ir a jugar esa tarde a casa. Así que Sally comienza a guardar los juguetes
con los que no quiere que juegue Nico. Hay tantas cosas que no quiere compartir
con él, que acaba guardando hasta a su mamá. Cuando él llega, también lo
esconde en el armario por si viene Eva y quiere jugar con él. Tanto ha metido,
que el armario está a punto de reventar justo antes de que Sally lo abra y todo
salga despedido y formando una cabaña. Cuando llega Eva se ponen a jugar en
ella.
Una historia sobre compartir, amistad,
y sobre tolerancia con respecto a las decisiones de los demás, como demuestra
la madre al ver a Sally guardando hasta la nevera, sin adoctrinarla.
Pero la ilustración es demasiado
brusca, demasiadas líneas rectas, otras muy marcadas y en ocasiones ausentes. En
general me ha parecido muy caótica, como si los diferentes objetos no tuvieran
un mismo estilo, por ejemplo: el rostro de la madre acercándose al realismo
dista mucho de los de los niños, con una pincelada más infantil. La paleta de
colores tampoco parece guardar un orden. De modo que no hace nada atractivo el
libro.
Por eso mi voto es NEGATIVO.
Sinceramente, no me ha gustado nada. El “mío, mío, mío” y “yo, yo, yo” llevado tan al extremo que genera rechazo. El mensaje que pretende dar pierde fuerza entre tanta pompa, y creo que otros libros abordan mejor el tema “compartir”, sin llegar a ser aleccionadores. Estéticamente tampoco resulta agradable: colores planos, abuso de líneas y perspectivas imposibles. El dibujo está infantilizado evidentemente, pero de una manera tosca. La sensación final es de sinsentido caótico. No volvería a repetir esta lectura, así que voto NEGATIVO.
ResponderEliminar