A través de un episodio que vivió el autor con su propia hija, esta obra refleja a la perfección la soledad que sienten muchos niños cuando reclaman juegos y cariño por parte de padres que se ven desbordados por su vida cotidiana. En este caso, al tratarse de una familia monoparental (intuimos que la madre de Diana ha fallecido), es más evidente ese "abandono" no premeditado por parte de un padre que no para de viajar, cansado y que tiene muchas tareas en el hogar. Me ha gustado esa incansable manera que tiene la niña de no desfallecer en su intento de jugar con su padre a pesar de que éste le regaña y, sobre todo, ese final en el que la niña parece claudicar. Gracias a sus ilustraciones de vivos y armoniosos colores, apreciamos la ternura de sus personajes y nos introducen en su cotidianeidad. Son páginas dotadas de movimiento y un estilo con mucho encanto.
El mensaje es claro desde su inicio y me hace dudar si realmente un niño de estas edades va a encontrar atractiva su lectura con la enumeración de intentos y desastres de su protagonista para conseguir que su padre le dedique algo de tiempo. Me parece más un espejo donde los padres y madres pueden verse reflejados, como hizo el autor. No lo tengo muy claro. Por ese motivo lo dejaría en reserva.
A ver qué opina mi compañera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario